Todos tenemos ciertos lazos de unión en la vida. Todos tenemos ese sonido, olor, sabor particular que nos lleva de vuelta a un cierto lugar en nuestras vidas. Desde mi memoria, todavía puedo escuchar el crujido de la puerta de la sala de estar donde me crié. Una puerta que lleva en mi cabeza nada más y nada menos que 20 años tras no haber vuelto nunca. Ese olor a una comida particular de una barbacoa que te lleva de vuelta al lugar donde estabas sentado esa tarde soleada. Escuchas los sonidos e incluso percibes los sentimientos que sentiste en ese preciso momento. En el fútbol también puedes anclar los pensamientos en los jugadores. Puedes hacer esto recordándoles experiencias pasadas: un partido en particular, un gol, una parada, un regate, una sesión de entrenamiento, etc. Usa la técnica del anclaje correctamente y conseguirás que tus jugadores jueguen al máximo.
Lo sepamos o no, como entrenadores de fútbol, estamos anclando todo el tiempo. La pregunta es si lo estamos haciendo correctamente o no; si estamos creando lazos con el pasado positivos en los jugadores o negativos. Como entrenador, tienes el poder de llevar a un jugador a sus momentos más importantes; momentos que miran con cariño y que los inspirarán. También tienes el poder, y tal vez incluso el hábito, de llevar rus recuerdos y sentimientos a ocasiones o situaciones que no deberías. Por ejemplo, recordarles penaltis fallados, entradas a destiempo, pases horribles, etc. esto puede ser una razón importante para un mal desempeño de la técnica del anclaje.
Hace varios años, trabajé para un club en particular cuyo entrenador de porteros solía ver el partido en la zona del córner donde sus pupilos defendían. Registraba varias estadísticas en relación con el rendimiento de su portero. En el descanso, el entrenador de porteros transmitía estos indicadores de rendimiento al portero. Cuando vi esto por primera vez, creí que era una idea fantástica, imaginando al entrenador transmitiendo información sobre dónde se ubicaron la mayoría de los centros de los oponentes, qué les gusta hacer a los delanteros o dónde le gustaba al número 9 colocar sus disparos a portería. Algo que realmente podría ayudar al portero y darle una mejor oportunidad de mantener los balones alejados de su portería en el segundo tiempo. Pero lo que escuché fue lo siguiente:
“No has conseguido blocar X centros. Tus saques en largo han ido al lugar equivocado. No te has lanzado ni una sola vez cuando el rival ha disparado hacia el lado izquierdo.” Y podría continuar, pero lo dejaremos aquí para que os hagáis una idea.
Veamos el impacto que la técnica de anclaje negativo tuvo en el portero: acaba de salir de 40 minutos de duro trabajo (en este caso, en categoría cadete). Si están perdiendo, la moral está baja y el jugador necesita mucho esfuerzo y refuerzo positivo para volver al juego. El portero tiene que revivir todas sus experiencias negativas a través de su entrenador diciéndole, con todo lujo de detalles, todo lo que ha hecho mal. Lo que estamos olvidando es que él realmente no necesita saber estas cosas, y lógicamente no necesita reforzarlas. Luego pasa todo su tiempo de recuperación reviviendo sus errores, pensando en ese centro que dejó caer o en el saque de portería que se fue al lado incorrecto. En otras palabras, pasa su tiempo de descanso teniendo pensamientos negativos anclados (y de ahí el nombre de técnica del anclaje) en su psique. El entrenador creía firmemente que estaba haciendo un buen trabajo, pero sospecho que había un elemento de “te lo dije” involucrado. Una especie de ego que todo entrenador tenemos. El típico “¿cómo puede ser que en el partido lo hagas mal si te lo expliqué y te salió bien en el entrenamiento?”. El jugador finalmente me confió que odiaba los descansos (y a su entrenador de porteros), que su confianza nunca fue tan baja y que ya no estaba motivado para jugar. Ese jugador está hoy en día en la Primera división española, pero a punto estuvo de tirar todo por la borda por culpa del anclaje negativo: todo lo que podía pensar antes y durante los partidos era cuántos errores iba a cometer. En el sentido futbolístico, esto paralizó su progresión durante casi un año.
La técnica del anclaje positivo trata de hacer exactamente lo contrario. Incrustar las cosas positivas en su psique. Se trata de elegir lo que vemos bien (o que hizo bien en su día) de su desempeño en el campo y ayudarlo a rendir al máximo. Echemos un vistazo a las formas en que el entrenador podría haber manejado esta situación de manera diferente y, de hecho, haber mejorado el rendimiento del portero:
Incluso si su primera mitad fue tan mala como pensaba este entrenador… ¡EL PORTERO YA LO SABRÁ! Ya estará recordando una y otra vez en ese centro por banda que gestionó mal, ese tiro que se le escapó, etc. Lo que el entrenador debe hacer es deshacerse de esos pensamientos negativos y reemplazarlos por otros positivos. Son estos pensamientos positivos los que cambiarán su forma y su juego.
¿Por qué no preguntarle cuál es el mejor partido que ha jugado? ¿Cuál fue su mejor parada? Recrea en él esos momentos en los que se sintió invencible. Háblale de los momentos en que lo has visto sobresalir: “¿Recuerdas ese partido en el que blocaste ese centro y luego comenzó un contraataque que nos llevó a un gol?” Seguro lo recuerda, y acabas de revivir un pensamiento sobre lo bueno que puede llegar a ser en un partido. Lo que has hecho es enviar a un portero en apuros a la segunda parte lleno de pensamientos sobre lo bueno que es. Cuando llega ese primer centro, ahora pensará en uno blocado hace meses, en lugar del que dejó caer hace unos minutos. Créeme, lo blocará.
Esta situación me ha quedado vívidamente desde entonces. Supongo que verlo estas últimas semanas como protagonista en varios partidos del máximo nivel, me ha recordado a los sonidos de aquél partido con el entrenador de porteros intentando destruir al jugador que se suponía que debía mejorar. Me prometí no volver a tolerar a un colega de profesión así, y mantener a personas como él tan lejos de mi equipo como fuera posible.
Esto se puede conseguir con todos los jugadores, claro. Para cualquier jugador de cualquier posición. ¿Crees que Simeone ganó la Liga a Barça y Madrid al recordarles a sus jugadores todas sus malas actuaciones? ¿Crees que el Liverpool de Klopp remontó la eliminatoria al Barça reviviendo momentos malos a sus pupilos? No lo hicieron. Los hacen ver que son los mejores jugadores del mundo (aunque por supuesto no lo sean). Eso es anclar. Ese es el entrenador. Y esto es motivación.
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