El abandono de la práctica deportiva es un fenómeno que va mucho más allá de los números y debería preocupar seriamente a quién tiene responsabilidades dentro de un club. El deporte es una herramienta para la adquisición y mejora de las capacidades físicas y técnicas, contribuye al desarrollo educativo, social y al ego de las personas. Cuando es bien utilizado, es una escuela de formación de valores educativos y sociales que enriquecen el comportamiento humano. El deporte es un factor de cultura, un espacio interactivo y único, que permite una enorme actividad social. Los estudios demuestran que los niños que practican actividad física tienen mejor desempeño académico, y que las modalidades colectivas promueven de forma muy positiva la integración social y son facilitadoras del desarrollo de las interacciones sociales de los adolescentes.

Aumentan la presión de “ganar a toda costa” y el placer por la práctica deportiva se desvanece. Los estudios realizados concluyeron que más del 50% de los jóvenes dejan el deporte alrededor de los 13 años, por sentirse defraudados en las expectativas que le fueron creadas y por la presión enormes que sufren. Al percibir que las perspectivas de ser jugadores de alto rendimiento son pocas, optan por el abandono inmediato. Deja de ser divertido, deja de valer la pena.

La tentación de los clubes en ganar títulos con dirigentes que sólo tienen objetivos que pasan por la victoria inmediata, por descubrir nuevos talentos y por la precoz y siempre peligrosa creación de ídolos, entrenadores que sólo tienen sed de resultados , resultados competitivos poco interesantes y padres “hooligans”, justifican bastante bien el porqué del abandono precoz del fútbol y del deporte en general. Si a estos agentes añadimos las nuevas formas de vida que promueven el sedentarismo y el individualismo tenemos las respuestas que necesitamos.

Los entrenadores son, una vez más, elementos esenciales en los que se basa la forma en que se practica la actividad deportiva por los jóvenes. Los entrenadores que dan más importancia al hecho de establecer una relación positiva entre sí y sus jugadores que a su promoción personal, reúnen mejores condiciones para prolongar la «carrera» deportiva del joven de una forma realista y de respeto por el ser Humano en detrimento del jugador.

No es algo fácil cuando el deporte es cada vez más un producto comercial. Ser entrenador de fútbol base no es ser peor o mejor que serlo de adultos, pero requiere un entrenador diferente.

Las razones del abandono pueden ser positivas o negativas. Estas últimas son, sin duda, un número mayor. Reducir la tasa de abandono debe ser un plan de todos; la salud de los jugadores lo agradecerá.

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