En una época en que se enfatiza la importancia del jugador inteligente, capaz de leer el juego con habilidad y ejecutar con calidad de acuerdo con el contexto situacional del juego, el tema del “entrenador inteligente” sigue siendo poco o nada debatido. La toma de decisión del entrenador no se refiere sólo al modelo de juego del equipo, a las sustituciones que deben realizarse en un partido o la gestión de las expectativas de los jugadores. Una de las tareas más decisivas del entrenador, o del equipo técnico si lo preferís, es articular la estructura del ejercicio de entrenamiento con los objetivos definidos, con el fin de promover el aprendizaje del juego o mejorar el rendimiento en competición.

Si la creatividad es fundamental para el jugador inteligente, también lo es para el entrenador. Crear un ejercicio adecuado a los objetivos pretendidos es mucho más complejo que encontrar un ejercicio «pre-diseñado» en uno de los numerosos libros de tareas publicados en los últimos años. Así, el propósito de este artículo es llevar a la reflexión sobre el ejercicio de entrenamiento en el fútbol, ​​teniendo como base sus componentes fundamentales: la estructura y los objetivos.

¿Qué distingue un ejercicio de entrenamiento?

Una cuestión importante para cualquier entrenador debe ser: ¿cómo se distingue un ejercicio flojo de otro que brilla por su calidad? En primer lugar, el ejercicio tiene que poseer una estructura: espacio (dimensiones/funcionalidad), recursos humanos (número de jugadores, cooperación/oposición), recursos materiales (balones/conos/petos) y finalidad estratégico- tácticas. Posteriormente, debe haber uno o varios objetivos asociados a la estructura. La complementariedad entre estos dos componentes es indispensable para determinar la calidad del ejercicio de entrenamiento: el objetivo permite definir lo que se pretende entrenar y la estructura permite dar forma y sustancia a los contenidos que el entrenador pretende que se asimilen.

Por lo tanto, un objetivo sin estructura o una estructura sin objetivo es un ejercicio “flojo” o disfuncional. Cuando la estructura y el objetivo no están en armonía, el ejercicio de entrenamiento pierde intencionalidad y el entrenador tardará más tiempo en cumplir su misión. Si el entrenador identifica las lagunas en competición o en el entrenamiento, establece metas a alcanzar en el microciclo semanal siguiente. Por ejemplo, supongamos que (1) se pretende aumentar el porcentaje de pases precisos y (2) mejorar el desmarque de ruptura. Ser creativo implica encontrar una estructura que lleve al éxito en la acción de pase y el recurso del desmarque constante, respetando siempre el nivel de los niños.

La motivación: el componente extra en la calidad del ejercicio

La motivación no depende exclusivamente de la acción del entrenador, sin embargo, es una variable susceptible de aumentar los efectos del ejercicio de entrenamiento. Por eso, el entrenador no puede ignorar el impacto que el ejercicio tiene en sus jugadores. Si es verdad que la lógica del ejercicio debe basarse en la filosofía y en la idea de juego del entrenador, la necesidad de cautivar a los jugadores para el mismo es impredecible, pues por muy bueno que sea el ejercicio propuesto, si los jugadores no están motivados para concretar los objetivos, se vuelve perfectamente un ejercicio insípido y banal.

En los años 2003 y 2004, cuando José Mourinho alcanzó por primera vez el auge en el fútbol europeo, era común ver atribuido su éxito a la capacidad psicológica de motivar a sus jugadores para un determinado fin. Por supuesto que no fue sólo la enorme motivación de los jugadores del Oporto lo que llevó a conseguir el fantástico rendimiento en competición, pero ciertamente que potenció mucho las opciones metodológicas de Mourinho y de su equipo técnico en el proceso de entrenamiento. De este modo, tanto en una perspectiva de aprendizaje, como en una perspectiva de rendimiento, la motivación de los jugadores para cumplir durante el ejercicio de entrenamiento es un extra de innegable valor. Para el entrenador inteligente, la combinación de estructura y objetivos de una tarea, está también en el hecho de adecuar el ejercicio de entrenamiento a las características y a las necesidades de los jugadores. Pensar y crear el ejercicio en función de los jugadores es estimular la motivación para aprender el juego, desarrollar competencias específicas y alcanzar progresivamente un nivel de rendimiento superior en competición.

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