El juego principal a partir del cual se ha desarrollado el Rondo es el clásico juego de ‘esquinas’ 4 contra 2, con dos defensores en el centro y cuatro jugadores en las líneas.

El Rondo es bien conocido por los futbolistas de todos los niveles y se podría decir que a todos les gusta. Aunque fue utilizado mucho antes, se empezó a hacer especialmente conocido en el en 2008, utilizándolo como forma de juego en espacio reducido como base de su filosofía de juego combinativo:

Si todos participan, es divertido, si no…

La motivación es clave. Si el incentivo no es correcto, el entrenador verá a menudo como el ejercicio se ‘duerme’ después de unos minutos. Aunque hagamos que nuestros jugadores externos se muevan ofreciéndose, busquen el espacio libre, o el momento correcto para filtrar un pase entre defensores, si nos equivocamos con el número de jugadores que participan, no sólo no se darán estas situaciones, sino que además, no tendrán casi espacio para moverse o usar su inteligencia.

Esto también refuta la idea errónea de que el rondo es ideal para calentar. A menudo, incluso después de 20 minutos de ejercicio, los jugadores no han acelerado su sistema circulatorio, músculos o psique a la temperatura necesaria. Al final, los jugadores tienen que estar bien despiertos, a pesar de que se paren mucho o no participen lo suficiente: los cambios rápidos en el tempo son un elemento central importante en Rondo. Con pases aparentemente flojos, los jugadores defensores pueden ser atraídos hacia un lado. Con un cambio de lado a la velocidad del rayo, generalmente se dejan atrás para los siguientes pases. Así que no se trata de la velocidad o las pausas que se den al ejercicio, sino de los objetivos que le pongas a los jugadores.

Los pequeños cambios en los objetivos del ejercicio generan un gran impacto

El entrenador siempre debe ser consciente de que incluso pequeños cambios en las reglas del juego pueden resultar en un énfasis completamente diferente en el contenido.

Los posibles cambios incluyen prioridades técnico-tácticas para la defensa y/o el ataque, que demandan y promueven la atención y motivación de los jugadores. La forma más sencilla es variar las condiciones del juego:

¿Qué podemos variar?

  • Forma y tamaño
  • Número de zonas (rondo dividido en 2)
  • Número de toques que necesita hacer el defensor para recuperar el balón
  • El posicionamiento y el movimiento (externo/interno, interno/externo) que puede hacer un jugador atacante
  • Dar direccionalidad al ejercicio

E incluso con unos pocos jugadores, se puede encontrar una amplia variedad de variaciones del ejercicio que acentúan aspectos diferentes que queramos trabajar.

Del rondo, al juego real

El contenido de un rondo también se puede transferir al juego real o a los partidos con respecto a la táctica grupal. El Rondo forma así la base para una variedad de juegos de posición, sobre todo aquellos en superioridad o inferioridad.

Incluso con el rondo más simple (4 contra 2), se entrenan procesos que también ocurren en casi todas las situaciones de partido. Algunos de estos conceptos podrían ser el pase de pared, fomentar los triángulos en la creación de juego, el desmarque de apoyo/ruptura, el ofrecimiento de líneas de pase a diferentes alturas, etc. Además, el contenido de un rondo no está vinculado a un sistema de juego específico o una filosofía de juego específica. Se pueden utilizar universalmente sea cual sea tu sistema de juego, o cual sea tu modelo de juego: si eres un entrenador de estilo más defensivo, el rondo te puede servir para trabajar la salida de presión tras recuperación, o los movimientos de los jugadores más alejados en un juego directo.

Por lo tanto, es importante que los entrenadores regresen a lo básico con más frecuencia durante el entrenamiento, y realicen un rondo: no sólo mejorará a tu equipo en todas las fases del juego, sino que además, es un ejercicio que todos los jugadores disfrutan.

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