El entrenamiento de Fútbol con jóvenes es una actividad que tiene tanto de desafiante como de interrogante. Muchos son los que se dedican a su estudio, reflexión y entrenamiento, buscando dar respuesta a las interpelaciones que la práctica plantea.
Sin embargo, si bien es cierto que existe un grupo de personas comprometido en la mejora cualitativa de este fenómeno, haciéndolo más científico, también es cierto que muchos entrenadores desarrollan su labor, sin ejercer la necesaria reflexión sobre su práctica.
El entrenamiento de fútbol con jóvenes no podrá asumirse, sólo, como una praxis vaciada de contenido, fruto de una repetición de lo que se realizaba en el pasado. El entrenamiento de fútbol reclama de sus principales agentes una actitud activa, crítica y constructiva, haciendo de este fenómeno un verdadero proceso de enseñanza, al que corresponder, necesariamente, un aprendizaje.
Por eso, a lo largo de este artículo, se enumerarán un conjunto de preocupaciones, a las que llamaremos “mandamientos”. No tenemos el arrojo de considerar que somos los dueños de la verdad, por eso, estos son nuestros mandamientos y jamás, los mandamientos obligatorios o absolutos.
1r MANDAMIENTO – “ANTES DE SER ENTRENADOR, SER EDUCADOR”
Es sabido que a la práctica deportiva, en general y al fútbol, en particular, se asocian un conjunto de beneficios resultantes de su vivencia. Por eso, existe la creencia de que practicar deporte es un excelente método para la adquisición de valores morales y éticos, así como para el desarrollo de todos los componentes relacionados con la salud. Sin embargo, los estudios científicos son claros al afirmar que la práctica deportiva, per se, no hace bien ni mal. De este modo, sólo la calidad de la práctica podrá garantizar el desarrollo de dichas competencias sociales, es decir, si la práctica está bien orientada por los adultos, ésta tendrá ciertamente una influencia positiva sobre los jóvenes. Por el contrario, una experiencia mal conducida, tendrá efectos nefastos y, en este caso, sería mejor para los jóvenes no participar en el deporte.
Concluimos, de esta forma, que entrenar a niños no se puede reducir a la simple enseñanza de las cuestiones de naturaleza técnica, táctica y física. El entrenador deberá asumir un verdadero compromiso con su praxis, asumiendo que su conducta se asume como un ejemplo a ser seguido por sus jugadores. Por lo que, antes de ser entrenador de fútbol, se es un educador deportivo, independientemente de su formación académica. Olvidar esta premisa, es asumir una práctica estéril e inconsecuente.
No hay que decir que la abrumadora mayoría de los niños que inician el fútbol, jamás logrará ser futbolista profesional. Sin embargo, todos serán futuros ciudadanos. Por eso, es importante reflexionar sobre los modelos de enseñanza de fútbol que continúan en vigor.
Al entrenador se le confía la enseñanza de los más nobles valores, en particular, el esfuerzo, el empeño, la dedicación, la resiliencia, el respeto por el otro y por sí mismo.
De este modo, no es lícito afirmar que la educación es responsabilidad de los padres y de la escuela, en la medida en que educar es un proceso llevado a cabo por todos y en todo momento.
El entrenador, por el cargo y posición que ocupa, es un verdadero “hacedor de ciudadanos”,
2º MANDAMIENTO – “ANTES DE GUSTARTE GANAR, TE TIENE QUE GUSTAR JUGAR”
Para los más puritanos, la búsqueda de la victoria conduce a los niños por caminos equivocados, llevándolos muchas veces a adoptar comportamientos antideportivos. Por eso, la victoria debe ser vista como algo pernicioso. Para los más competitivos, la victoria es el resultado que sólo interesa. Nada existe más allá de la victoria y perder es signo de fracaso.
En este ámbito, nos situamos en una zona equidistante frente a estas dos realidades diametralmente opuestas.
Es desleal e incluso poco racional enseñar a los niños a no buscar la victoria. Los niños deben ser educados para conseguir superarse, a buscar la trascendencia. En una sociedad altamente competitiva, como la actual, es ciertamente un error no educar para la victoria.
Sin embargo, ésta no puede ser el centro de todo cuando se entrena a los niños. Por eso, debemos estimular a los jugadores a buscar la superación, deseando vencer, debiendo, sin embargo, explicar que la práctica del fútbol presupone la existencia de tres resultados posibles. Por eso, la principal función del entrenador es desafiar las potencialidades de los niños, alentándolas a querer ser cada vez mejores. Sin embargo, alertando de la necesidad de ser un ganador humilde y un perdedor tranquilo.
“En el deporte quiero siempre ganar, pero sé que puedo perder.”
3r MANDAMIENTO- “ANTES DE ENSEÑAR JUGADAS, ENSEÑAR LA ESENCIA DEL JUEGO”
En primer lugar, es importante subrayar lo que para nosotros significa el término “jugadas”. En que no es más que circulaciones estereotipadas, repetidas, en el contexto del entrenamiento, con el objetivo de verlas reproducidas en la competición. Normalmente, estas jugadas son fruto de una arquitectura mental del entrenador que busca convertir a sus jugadores en verdaderos robots programados.
Cuando enseñamos jugadas, aniquilamos el potencial de decisión de los niños, en la medida en que creamos escenarios que queremos ver reproducidos, olvidándonos que la competición está sujeta a la imprevisibilidad. Los entrenadores deberán dotar de herramientas que les permitan en cada situación del juego, decidir de la mejor forma. Muchos entrenadores ocupan todo el tiempo de juego para dar indicaciones claras y precisas a cada jugadores sobre lo que hacer, cómo hacer y dónde hacer. Claro está, que no defendemos que la enseñanza del fútbol sea anarquizada y el papel del entrenador es de suma importancia en la corrección. Sin embargo, enseñar fútbol, implica apuntar caminos, ofrecer diferentes soluciones y después, permitir que en contexto competitivo sea el atleta a elegir, en cada momento, cuál es el mejor desenlace para los problemas que le surgen.
Concluyendo, el entrenador debe fomentar la toma de decisión, de modo autónomo, singular, procurando dar siempre la mejor respuesta a las contingencias del contexto del partido.
4º MANDAMIENTO – “ANTES DEL JUEGO FORMAL, EL JUEGO REDUCIDO”
Enseñar el juego a los niños no pasa por colocarlos en la difícil tarea de enfrentarse en un 11×11. Así como nadie aprende a leer a través de libros extensos, sin antes leer libros apropiados para ese fin, tampoco se aprende a jugar al fútbol a través de su forma más compleja.
Tomando como ejemplo el libro: es más largo leer una obra de 400 páginas que una obra de 100, pues el número de páginas es menor. En el Fútbol, si partimos del principio que cada jugador en campo es una página, fácilmente comprendemos que cuanto más jugadores hay en el campo, más tiempo llevarán a los jugadores a hacer la lectura del juego. Es importante que percibamos que por cada jugador que se añada al juego, se añade otro conjunto de variables. Por eso, la enseñanza del juego de fútbol, deberá operarse a través de formas jugadas reducidas. Estas, no son una forma inferior de enseñar el juego, sino un utensilio pedagógico de innegable calidad. Antes de aprender a enfrentarse contra 4 adversarios, el niño necesita aprender a enfrentarse contra 1.
5º MANDAMIENTO – “EN VEZ DE CRITICAR, CORREGIR Y ELOGIAR MÁS”
Vivimos en una sociedad donde el término “criticar” asume una connotación negativa. Hacer crítica, es normalmente sinónimo de despreciar, ridiculizar, desmerecer a alguien. Sin embargo, la crítica asume una vertiente pedagógica, cuando es bien conducida. Es sabido que nadie nace enseñado y que durante un proceso de aprendizaje debemos saber convivir con el error. Al entrenador cabe la tarea de ser paciente ante el error y de intervenir en el sentido de eliminarlo.
En primer lugar, decir al jugador que hizo cierto gesto técnico mal, es asumir la premisa de que ese mismo jugador no tiene capacidad para percibir que se equivocó. Es decir, el atleta tiene normalmente conciencia de cuando ejecuta mal un pase, un remate, etc. Más que enfatizar lo que fue mal ejecutado, es importante subrayar lo que se debe hacer para mejorarlo. Por eso, las célebres frases “Juan, estás rematando mal”, deberán ser sustituidas por “Juan, aleja el pie de apoyo del balón para rematar mejor”. En vez de enfatizar en el error, el entrenador deberá explicarlo con el objetivo de corregirlo.
6º MANDAMIENTO – “ANTES DE MECANIZAR, DESARROLLAR LA CREATIVIDAD”
En la concepción de algunos autores, la creatividad representa la emergencia de algo único y original. Ser creativo significa ver más allá de los demás, encontrar caminos, donde otros vean callejones, ver soluciones donde otros ven problemas. Ser creativo, es ser especial, es ser audaz, es ser audaz hasta el punto de encontrar soluciones imprevistas e impensadas.
Sin embargo, la originalidad también se desarrolla a través del proceso de entrenamiento. Pero para ser desarrollada reclama del entrenador una postura de tolerancia. El proceso creativo va de la mano con el error. Se vuelve difícil desarrollar la creatividad, si del exterior no existe paciencia para con los errores de los jugadores.
Por eso, corresponde a los entrenadores reconocer el papel destacado que asumen los jugadores creativos. No podemos olvidar que los atletas creativos, son los más demandados.
7º MANDAMIENTO – “POR ENCIMA DE TODO LA SALUD”
Cuando entrenamos a jóvenes practicantes de fútbol, lo hacemos a menudo centrados en su desarrollo técnico y táctico, olvidando que el entrenamiento con jóvenes deberá promover hábitos y estilo de vida saludable. Ser entrenador de niños es procurar intervenir positivamente en la salud de aquellos que son objeto de nuestra labor. Es importante recordar que la salud, no es sólo la ausencia de enfermedad, sino un completo bienestar físico, social y mental.
En lo que concierne a la dimensión física, verificamos que muchas veces el proceso de entrenamiento conduce a la aparición de lesiones, o por deficiente preparación, o por repetición excesiva de determinado gesto técnico. Algunos entrenadores, buscando éxito inmediato, promueven una intensidad desproporcionada a las características morfo-funcionales de los niños. Por eso, el principio de la multilateralidad debe ser la piedra angular en la planificación del entrenamiento de fútbol con jóvenes, estableciendo una relación estrecha con el principio de la especificidad.
8º MANDAMIENTO – “EN VEZ DE EXCLUIR, INCLUIR”
El deporte con jóvenes es eminentemente inclusivo y el fútbol no debe ser una excepción. Significa que todos los niños deben tener el derecho de jugar a fútbol, siempre que estén encuadrados en contextos que correspondan a sus potencialidades. Es decir, no defendemos que todos los niños tengan el derecho de jugar fútbol en los clubes de mayor nombre cuando sus potencialidades no lo permitan. A pesar de ello, no se les debe negar el acceso de practicar fútbol en otros contextos más acorde con sus cualidades.
9º MANDAMIENTO – “LOS PADRE TAMBIÉN JUEGAN”
Es cierto que en diversas situaciones, los padres de los jugadores revelan comportamientos lamentables durante el desarrollo deportivo de sus hijos. Algunos padres que deseaban haber sido futbolistas de alta competición, pero que vieron ese sueño truncado, buscan ver ese objetivo cumplido en sus hijos. En el fondo, entienden la vida de los mismos, como una continuación de la suya. Esta conducta es realmente nefasta para unos niños que se sentirán presionados en su juego/entrenamiento. Sin embargo, nuestros pupilos tienen padres y naturalmente, debemos aprender a cooperar con los mismos para un único objetivo – el éxito de sus hijos.
Por eso, cabe al entrenador buscar encontrar vínculos de conexión con los padres, suscitando en ellos la necesidad de emprender una postura positiva frente a la práctica deportiva de sus hijos.
Una de las estrategias que puede contribuir a una mayor aproximación entre entrenadores y padres es la realización de una reunión de inicio de temporada.
El entrenador debe, además, ser consistente en la comunicación con los padres, o sea, deberá existir coherencia en su discurso. Nada peor que prometer lo que no puede cumplir. En esa medida, el entrenador deberá transmitir a los padres, lo que él espera en relación a sus hijos.
10º MANDAMIENTO: “EL ENTRENADOR: UN TEÓRICO – PRÁCTICO”
La discusión entre la validez de la teoría y la práctica ya viene de lejos. De esta forma, los entrenadores que tuvieron experiencia como jugadores de alto nivel, reclaman para sí el reconocimiento propio de quien conoció las adversidades del campo. Los entrenadores de formación académica abogan que el estudio científico del fútbol que realizaron en la Academia les confiere una mirada más profunda del fenómeno del entrenamiento. Creemos que ambas posiciones se encuentran demasiado extremadas, porque la práctica revela que las dos tipologías de entrenadores referenciados anteriormente presentan resultados de calidad. Así, ni sólo la práctica como ex jugador ni sólo el estudio o la titulación confiere a un entrenador los conocimientos necesarios para gestionar un equipo.
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