Sabemos que el proceso de aprendizaje es complejo y el viaje de cada individuo es único y no lineal. Para los jugadores de fútbol base, el proceso en el fútbol debe ser muy similar al de la mayoría de las experiencias de aprendizaje. En mi opinión, esto significaría tener una oportunidad, fallar, reflexionar, tal vez recibir información de los demás e intentarlo nuevamente. Suena simple, pero puede ser un proceso muy difícil y arduo. Durante este viaje, también sabemos que algunos jugadores pueden tener más talento, potencial y una ventaja genética para ciertos deportes.

Como adultos, podemos creer que tenemos más experiencia y conocimiento que los jóvenes que entrenamos, y que podemos mejorar la velocidad a la que los jugadores se desempeñan y, en última instancia, mejoran.

Supongamos que todo lo anterior ocurre. El detalle dentro de este proceso es donde los entrenadores pueden perderse, frustrarse e incluso desilusionarse. He entrenado en entornos donde los equipos han “perdido” debido a la falta de comprensión, maduración o incluso por no asimilar un estilo de juego. La mayoría de los entrenadores son competitivos, casi todos sienten la necesidad de ganar, esto puede significar que tienden a jugar con su equipo más fuerte o abandonar el estilo de juego para evitar la derrota. Sin embargo, los entrenadores deben aparcar sus egos, abrazar esta picazón, y dejarla arder si vas a crear FUTBOLISTAS. El resultado de perder o ceder no es la prioridad, el proceso en el fútbol y los detalles sí lo son.

El proceso es donde está la magia. ¿Cómo ayuda al jugador a llegar desde donde está, hacia dónde podría estar si no acepta el proceso? ¿Cómo puede animarle a tomar riesgos, a la creatividad y a la valentía cuando te alejas de tu filosofía tan pronto como algo se vuelve difícil? Los entrenadores pueden ser culpables de construir y fomentar un gran ambiente en el entrenamiento, uno que fomente los riesgos y la valentía, pero luego abandone este apoyo y paciencia en los partidos difíciles. Sobre todo, en el fútbol base, el físico domina las competiciones, y si caemos en ese estilo, perderemos a los jugadores rebeldes y técnicos.

Los padres y los entrenadores suelen ver el fútbol base a través de su mirada de adultos. Si bien ganar es importante, a menudo está más abajo en la lista de prioridades para los niños. El fútbol de desarrollo no es lo mismo que la etapa de rendimiento, como es lógico, no hay implicaciones financieras si pierdes 3 partidos seguidos, no hay acuerdo de televisión, no hay patrocinadores para mantenerlos felices y no hay hipotecas en juego. No deberíamos implicar que está bien renunciar a la posesión o tirar nuestro estilo de juego solo por el marcador. Si podemos replantearnos el hecho de “ganar”, podemos disfrutar del proceso y ver a nuestros jugadores mejorar en áreas específicas del juego.

No se trata de hoy, se trata del panorama global. Ganar se trata de desarrollar jugadores.

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